Óleo sobre lienzo pintado por Adolf Hitler en 1913, donde se representa a Jesucristo durante su infancia con su madre María.
Adolf Hitler, líder del Partido Nazi y dictador[1][2] de Alemania en los años previos y durante la Segunda Guerra Mundial, también se desempeñaba como pintor.[3] Hitler produjo cientos de obras y vendió sus pinturas y postales para tratar de ganarse la vida durante sus años en Viena (1908-1913). Sin embargo, no tuvo éxito. Posteriormente, se recuperaron varios de sus cuadros después de la Segunda Guerra Mundial y desde entonces se han vendido en subastas por decenas de miles de dólares. Otras de sus obras fueron confiscadas por el Ejército de Estados Unidos y se encuentran en la actualidad en poder del gobierno de Estados Unidos.