Solemnidad

En la Iglesia católica, una solemnidad constituye el rango más elevado de las celebraciones litúrgicas, por conmemorar un hecho de primer orden para la fe.[1]

Las solemnidades cuentan con lecturas propias tomadas del Leccionario dominical y sus misas poseen oraciones propias para cada una de ellas (oración colecta, oración sobre las ofrendas, oración de postcomunión, antífona, prefacio, e incluso la bendición solemne). Todas las solemnidades tienen Oficio propio y comienzan al atardecer del día anterior con la celebración de las primeras vísperas, algunas incluso tienen vigilia, es decir misa propia el día anterior (Navidad, Pascua, Pentecostés) y las de mayor importancia cuentan con octava, es decir la celebración se prolonga durante toda la semana que sigue (Pascua y Navidad).

  1. Flader, John M. (2013). Tiempo de preguntar II: 150 cuestiones sobre la fe católica. Madrid: Ediciones Rialp. p. 290. ISBN 978-84-321-4267-3. Consultado el 17 de noviembre de 2015. «El rango más alto de las celebraciones es la solemnidad, reservada para las más importantes, como las de la Santísima Trinidad, el Señor, la Virgen y algunos santos. Entre ellas se encuentran, por ejemplo, la Navidad, la Epifanía, la Ascensión, Pentecostés, la Santísima Trinidad, la Anunciación, la Asunción, Todos los Santos, la Inmaculada Concepción, los santos Pedro y Pablo y el nacimiento de san Juan Bautista.» 

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