Guerra hispano-estadounidense

Guerra hispano-estadounidense
Parte de Revolución filipina y Guerra de Independencia cubana

En el sentido de las agujas del reloj: soldados cubanos, el USS Olympia durante la batalla de Cavite, batalla de El Caney, tropas españolas defendiendo una trinchera, explosión del Vizcaya en la batalla naval de Santiago de Cuba, y los últimos de Filipinas.
Fecha 25 de abril-12 de agosto de 1898
(3 meses y 17 días)
Lugar Mar Caribe y océano Pacífico
Resultado Tratado de París. Victoria de Estados Unidos
Consecuencias
Cambios territoriales
  • Ocupación de Cuba por EE. UU.
  • Ocupación de Puerto Rico por Estados Unidos.
  • España cede a Guam y las Filipinas a los Estados Unidos por 20 millones de dólares
  • Beligerantes
    Estados Unidos
    Bandera de Cuba Independentistas cubanos
    Independentistas filipinos[1][2][3]
    Bandera de España España
    Figuras políticas
    William McKinley Bandera de España Alfonso XIII
    Bandera de España Práxedes Mateo Sagasta
    Comandantes
    Nelson A. Miles
    William R. Shafter
    George Dewey
    William T. Sampson
    Bandera de Cuba Máximo Gómez
    Bandera de Cuba Calixto García
    Bandera de Cuba Demetrio Castillo
    Emilio Aguinaldo
    Apolinario Mabini
    Bandera de España Patricio Montojo
    Bandera de España Pascual Cervera
    Bandera de España Arsenio Linares
    Bandera de España Manuel Macías
    Bandera de España Ramón Blanco
    Bandera de España Antero Rubín
    Bandera de España Valeriano Weyler
    Bandera de España Luis Pastor Landero
    Fuerzas en combate
    300 000[4]​ (regulares y voluntarios) Bandera de España 339 783[5]​ (regulares y voluntarios)
    —Cuba: 278 447
    —Puerto Rico: 10 005
    —Filipinas: 51 331
    Bajas
    3013 muertos[6]
    Ejército
    281 muertos en combate[7]
    1577 heridos[7]
    Armada
    16 muertos en combate[7]
    68 heridos[7]





    —Filipinas: 21 muertos y 145 heridos[8]
    —Puerto Rico: 7 muertos y 36 heridos[8]
    Bandera de España 16 000 muertos[6]
    Bandera de España Ejército de Tierra
    200 muertos en combate[9]
    400 heridos[9]
    Bandera de España Armada
    500-600 muertos en combate[9]
    300-400 heridos[9]
    11 cruceros hundidos
    2 destructores hundidos
    6 buques mens. hundidos
    —Filipinas: 150 muertos y 300 heridos[8]
    —Puerto Rico: 28 muertos, 125 heridos, 324 capturados[8]
    Guerra de Independencia cubana Guerra hispano-estadounidense

    La guerra hispano-estadounidense fue un conflicto bélico que enfrentó a España y Estados Unidos de abril a agosto de 1898, al intervenir Estados Unidos en la guerra de independencia cubana (1895-1898). La derrota de España y la consiguiente pérdida de sus últimas provincias de ultramar dieron lugar en España a la expresión «Desastre del 98».[10]

    Tras su derrota, España perdió Cuba (que quedó bajo tutela de Estados Unidos), Puerto Rico, Filipinas y Guam (que pasaron a ser dependencias territoriales de Estados Unidos). El resto de posesiones españolas del Pacífico fueron vendidas al Imperio alemán mediante el tratado hispano-alemán del 12 de febrero de 1899, por el cual España cedió al Imperio alemán sus últimos archipiélagos —las Marianas (excepto Guam), las Palaos y las Carolinas— a cambio de 25 millones de pesetas (17 millones de marcos), ya que eran indefendibles por España.

    El siglo XIX representó para el Imperio español un claro declive, mientras que los Estados Unidos pasaron de convertirse en un país recién fundado a ser una potencia regional media. En el caso español la decadencia, que ya venía de siglos anteriores, se aceleró primero con la invasión napoleónica, que a su vez provocaría la independencia de gran parte de las colonias americanas, y posteriormente la inestabilidad política (pronunciamientos, revoluciones, guerras civiles...) desangraron al país social y económicamente. La difícil defensa española de las colonias ultramarinas se puso de manifiesto durante la crisis de las Carolinas en 1885.[11]​ En cambio, a lo largo de ese siglo EE. UU. se expandió por vía económica (compra de territorios como Luisiana, Alaska...) como militarmente (guerra contra México, lucha contra los pueblos indígenas...) además de recibir gran cantidad de inmigrantes. Ese proceso se interrumpió unos años por la guerra civil estadounidense y la Reconstrucción,[12]​ pero la aparición de EE. UU. como nueva potencia era incuestionable.

    Las tensiones por Cuba entre España y EE. UU. llevaban existiendo desde los años 1870 con episodios (como el incidente del Virginius). España se encontraba, en el caso de una hipotética guerra contra EE. UU., en clara desventaja tanto en el aspecto militar (tamaño y capacidades de las flotas de guerra, además de que España llevaba años luchando contra guerrillas de independentistas), como en el demográfico (en 1890 EE. UU. tenía más de 62 millones de habitantes por unos 18 millones en España), el geográfico (EE. UU. luchaba cerca de su territorio, mientras que España tenía que mandar tropas al otro lado del planeta, a Cuba o Filipinas) y el económico-industrial (EE. UU. tenía grandes zonas industrializadas, mientras que España era principalmente agrícola). Sin embargo, la agitación nacionalista española, en la que la prensa escrita tuvo una influencia clave, provocó que el gobierno español no pudiera ceder y vender Cuba a EE. UU. como por ejemplo antes había vendido Florida a ese país en 1821. Si el gobierno español vendía Cuba sería visto como una traición por una parte de la sociedad española y probablemente habría habido una nueva revolución.[13]​ Así que el gobierno prefirió librar una guerra perdida de antemano, antes que arriesgarse a una revolución, es decir optó por una «demolición controlada» para preservar el Régimen de la Restauración.[14]

    La guerra fue relativamente breve. La explosión del acorazado Maine el 15 de febrero de 1898 fue el casus belli de esta guerra. Aún hoy se sigue discutiendo si fue un accidente, un ataque intencionado español o un ataque de «bandera falsa» de los propios estadounidenses. Entonces la opinión pública estadounidense, convenientemente agitada por sus medios de comunicación (como la prensa amarilla), clamaba venganza y la guerra se declaró oficialmente un mes después. Aunque para las tropas estadounidenses la lucha en territorio cubano no fue tan favorable como se esperaban (batalla de El Caney y batalla de las Colinas de San Juan), las dos incontestables victorias navales estadounidenses (la batalla naval de Cavite en Filipinas el 1 de mayo, y la batalla naval de Santiago de Cuba el 3 de julio) provocaron que el gobierno español pidiera en verano negociar la paz, que por intermediación de Francia, se plasmaría en el Tratado de París el 10 de diciembre. Las últimas colonias en el océano Pacífico se venderían al año siguiente al Imperio alemán por ser indefendibles.

    La derrota y pérdida de los últimos vestigios del Imperio español (salvo posesiones africanas) fue un profundo shock para la psique nacional de España y provocó una profunda revaluación filosófica y artística de la sociedad española conocidos como el «Regeneracionismo» y la «Generación del 98».[15][16]​ Estados Unidos ganó varias posesiones insulares en todo el mundo, lo que provocó un polémico debate sobre un país que oscilaba entre el aislacionismo y el expansionismo.[17]​ Poco tiempo después, en febrero de 1899, estalló la guerra filipino-estadounidense (1899-1902), en la que los filipinos se enfrentaron a las fuerzas estadounidenses que pasaron a tomar posesión del archipiélago.

    1. Estados Unidos estaba informalmente aliado con las fuerzas filipinas encabezadas por Emilio Aguinaldo desde que este había regresado a Manila el 19 de mayo de 1898 hasta que estas fuerzas fueron absorbidas en un gobierno proclamado el 24 de mayo del mismo año y continuaron informalmente aliados hasta el fin de la guerra.
    2. Guevara, Sulpico, ed. (2005), «Philippine Declaration of Independence», The laws of the first Philippine Republic (the laws of Malolos) 1898–1899, Ann Arbor, Michigan: University of Michigan Library (publicado el 1972), consultado el 26 de marzo de 2008. .
    3. Guevara, Sulpico, ed. (2005), «Facsimile of the Proclamation of the Philippine Independence at Kawit, Cavite, June 12, 1898», The laws of the first Philippine Republic (the laws of Malolos) 1898–1899, Ann Arbor, Michigan: University of Michigan Library (publicado el 1972), consultado el 26 de marzo de 2008. .
    4. Dyal, 1996: 22.
    5. Dyal, 1996: 20.
    6. a b Tucker, 2009, p. 105.
    7. a b c d Keenan, 2001, p. 69.
    8. a b c d Clodfelter, 2017, p. 254.
    9. a b c d Keenan, 2001, p. 70.
    10. Aymes, Jean-René (12 de abril de 2017). Les fins de siècles en Espagne. Presses Sorbonne Nouvelle. p. 84. ISBN 978-2-87854-719-1. Consultado el 7 de noviembre de 2021. «A raíz de la derrota militar, el término «Desastre» —escrito con mayúscula— penetra con insistencia [...] en la prensa de la época, en el discurso político y en la vida intelectual española.» 
    11. Véase Crisis de las Carolinas#La reacción.
    12. Thomas B. Alexander, «Persistent Whiggery in the Confederate South, 1860–1877», Journal of Southern History (1961), 27#3, pp. 305–329 .
    13. Suárez Cortina, 2006, p. 145-146.
    14. Dardé, 1996, p. 116.
    15. De la Granja, Beramendi y Anguera, 2001, p. 51. «El regeneracionismo no fue ni una teoría política sistemática ni una ideología coherente, sino un conjunto de actitudes e ideas, a veces contradictorias entre sí, que impregnaron en las décadas siguientes los análisis y los programas propiamente políticos».
    16. Shaw, Donald L.; Hierro, Carmen (1 de enero de 1977). La generación del 98. ISBN 8437601150. Consultado el 8 de enero de 2017. 
    17. George C. Herring, From Colony to Superpower: US Foreign relations since 1777 (2008) ch. 8

    From Wikipedia, the free encyclopedia · View on Wikipedia

    Developed by Nelliwinne