La talasocracia (del griego clásico: θάλασσα, romanizado: Thalassa; griego ático: θάλαττα, romanizado como Thalatta, trad. 'Mar', y del griego κρατεῖν, romanizado como kratein, lit. 'poder'; dando griego koiné: θαλασσοκρατία, romanizado: thalassokratia, lit. «poder marítimo»), a veces también imperio marítimo, es un concepto geoestratégico que se refiere a un Estado cuyos dominios son principalmente marítimos.[1] Las talasocracias tradicionales rara vez dominan el interior, incluso en sus territorios de origen. Ejemplos de esto fueron los estados fenicios de Tiro, Sidón y Cartago, las repúblicas marítimas italianas de Venecia y Génova en el Mediterráneo, el Imperio omaní de Arabia, y los imperios de Srivijaya y Majapajit en el sudeste asiático marítimo. Las talasocracias pueden distinguirse así de los imperios tradicionales, en los que los territorios de un estado, aunque posiblemente vinculados principalmente o únicamente por las rutas marítimas, generalmente se extienden hacia el interior del continente[2][3] para formar una telurocracia («hegemonía basada en la tierra»).[4]
El término talasocracia también puede referirse simplemente a la supremacía naval, ya sea en sentido militar o comercial. Los antiguos griegos utilizaron por primera vez la palabra talasocracia para referirse a civilizaciones como la civilización minoica sobre las costas del mar Egeo, gracias a la magnitud de su flota de pequeñas embarcaciones comerciales que también se usaban para transportar guerreros.[5] Heródoto distinguió el poder marítimo del terrestre y habló de la necesidad de contrarrestar la talasocracia fenicia desarrollando un «imperio marítimo» griego.[6]
Su realización y construcción ideológica se denomina a veces maritimismo (cf. pluricontinentalismo o atlantismo), en contraposición al continentalismo (cf. eurasiatismo).