El embarazo adolescente o embarazo precoz es aquel que se produce en una mujer adolescente, entre la adolescencia inicial o pubertad —comienzo de la edad fértil— y el final de la adolescencia. La Organización Mundial de la Salud define la adolescencia entre los 10 y los 19 años.[3][4][5] El término también se refiere a las mujeres embarazadas que no han alcanzado la mayoría de edad jurídica, variable según los distintos países del mundo, así como a las mujeres adolescentes embarazadas que están en situación de dependencia respecto de la familia de origen.[6]
La mayoría de los embarazos en adolescentes son embarazos no deseados.[7][8] Aunque la OMS considera el embarazo adolescente un problema culturalmente complejo, alienta a retrasar la maternidad y el matrimonio para evitar los altos índices de mortalidad materna y mortalidad de recién nacidos así como otras complicaciones sanitarias —parto prematuro, bajo peso, preeclampsia, anemia—, asociadas al embarazo en jóvenes adolescentes.[8] En 2009 se estimaba que 16 millones de adolescentes, con edades comprendidas entre los 15 y 19 años, daban a luz cada año, un 95 % de esos nacimientos se producen en países en desarrollo, lo que representa el 11 % de todos los nacimientos en el mundo.
La OMS considera fundamental la promoción de la educación sexual, la planificación familiar, el acceso a los métodos anticonceptivos y la asistencia sanitaria universal en el marco de la salud pública y los derechos reproductivos para evitar los problemas asociados al embarazo adolescente.[2]
Las adolescentes embarazadas enfrentan muchos de los mismos problemas relacionados con el embarazo de otras mujeres. Sin embargo, existen problemas adicionales para los menores de 15 años, ya que no se encuentran desarrollados físicamente como para mantener un embarazo saludable o dar a luz.[9] Para las niñas de 15 a 19 años, los riesgos se asocian más con factores socioeconómicos que con los efectos biológicos de la edad.[10] Los riesgos de bajo peso al nacer, trabajo de parto prematuro, anemia y preeclampsia están relacionados con la edad biológica, y se observan en los partos de adolescentes incluso después de controlar otros factores de riesgo (como acceder a atención prenatal, etc.).[11][12]
En los países desarrollados, los embarazos de adolescentes se asocian con problemas sociales, incluidos niveles educativos más bajos, pobreza y otros resultados negativos en la vida de los hijos de madres adolescentes. El embarazo adolescente en los países desarrollados suele ser ajeno al matrimonio y conlleva un estigma social en muchas comunidades y culturas.[13] Por el contrario, los padres adolescentes en algunos de los países en desarrollo a menudo están casados, y sus embarazos son bienvenidos por la familia y la sociedad. Sin embargo, en estas sociedades, el embarazo temprano puede combinarse con la desnutrición y la mala atención médica para causar problemas médicos, además de los problemas educativos y de pobreza.
El embarazo en una mujer adolescente puede llegar a término, produciéndose el nacimiento, o interrumpirse por aborto, ya sea este espontáneo, inducido (aborto con medicamentos o aborto quirúrgico) o aborto indirecto. En el caso del aborto inducido, este puede llevarse a cabo de manera legal o ilegal, dependiendo de las leyes sobre el aborto de cada país.[14]
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